JOHN GODFREY

Le conocí recién llegado a Calpe desde Londres, debió ser a principios de los años 60, era un apasionado de la navegación y se presentó en los astilleros, en aquella época teníamos un Endurance 35 construido en madera y le entusiasmaba navegar.

Tengo mil anécdotas con John, una de ellas es cuando se estaba rodando entre Calpe y Denia la película “El hijo del Capitán Blood”,  disponían de  dos galeones de unos 40 metros de eslora, del tipo de “La Perla Negra” el hijo del famoso Errol Flynn era el protagonista, Sean Flynn

Durante el rodaje, los barcos fondeaban delante de la bocana del puerto de Calpe en los descansos, John los miraba  desde el espigón del puerto, una de las tardes que entró viento de suroeste, cuando intentaron levar ancla y salir del fondeadero, John  se dio cuenta de que tenían enganchada el ancla en uno de los cables abandonados en el fondo, no se lo pensó y se quito la ropa y en calzoncillos se tiró al agua desde el muelle para ir a socorrerlos, lo inoportuno es que al lanzarse perdió los calzones, como buen buceador que era, pidió unas gafas que le lanzaron de abordo y desengancho el ancla, el Capitán del barco le dio  las gracias sin tener en cuenta que estaba desnudo, comenzaron a levar el ancla con el clásico cabrestante, dándole vueltas  y sin pensarlo se subió en las uñas del ancla y se encaramó  a bordo para sorpresa de los marineros del galeón.

Consiguió trabajo como ayudante de carpintero y estuvo un año embarcado hasta terminar el rodaje.

Pocos años después era un residente más en Calpe con su mujer y sus hijas mantuvimos  una amistad muy familiar, con otros amigos Leslie, John y Alvaro, fundamos el primer club de buceo federado en Calpe.

En el año  1973 el negocio de construcción  de barcos de pesca de madera  se paralizó de golpe, debido a la extensión por Marruecos de las agua territoriales a 200 millas. La mayoría de Armadores trabajaban en esos caladeros y como consecuencia anularon los pedidos de construcción de la noche a la mañana. Así que la única oportunidad que nos quedaba en los Astilleros era rápidamente cambiar de negocio y meternos de lleno en la construcción de yates.

John se ofreció  amablemente  acompañarme a Inglaterra para visitar fabricantes de  equipos que necesitábamos para instalar en  dos  barcos que teníamos en construcción  y  poder  terminarlos ese mismo año y llegar a tiempo para presentarlos en el  Salón Náutico de Barcelona   y poder conseguir pedidos para sobrevivir en una nueva etapa.

Viajamos  con su coche un  Seat 124 Sport,  en  Bilbao embarcamos en el ferry a Southampton, y visitamos a todos los nuevos proveedores  desde Manchester hasta el sur,  cargamos el coche de todo los imprescindible   cable inox, tensores, poleas, winches, electrónica, etc

A partir de entonces siempre estuvo colaborando con los astilleros.

Recuerdo que Aduanas de Alicante  nos retenía las documentaciones de exportación de los barcos a Europa, si no le acreditamos que el barco por sus medios abandonaba el país, lo que nos obligaba navegar  al puerto más cercano, en este caso Port Vendres en Francia,  Íbamos los dos después de dos días de navegación con sus noches, recogíamos el documento y el mismo día regresábamos, después de visitar el supermercado, hemos visitado juntos  Port Vendres al menos una docena de veces, con Cabo de Creus y sus alrededores que siempre nos esperaba con rasca, así como el Golfo San Jordi, en el Ebro.

John siempre llevaba en su equipaje una bandera inglesa, recuerdo que los barcos la mayoría eran de bandera alemana y  holandesa,  llevábamos la correspondiente bandera española de cortesía, más la francesa para la llegada, y el  izaba en la cruceta de babor su bandera.

Muchas millas, muchas vivencias juntos, Llevar y traer un -Belliure-50 al primer Salón Náutico de Monte Carlo, superaban los   40 nudos cruzando   el Golfo de León por la noche con fuerte temporal   de mar , nunca tuvo miedo , yo  confiaba en su guardia sin problemas.

John ha vivido intensamente, hemos compartido la pasión por la mar, hemos participado juntos en las primeras regatas en los años 70, con su velero clásico de madera, después con su crucero, hemos disfrutado de las regatas de barcos clásicos en la regata Conde de Barcelona en Palma, con el “Fatima” un  velero de 25 metros, de nuestro inolvidable amigo D. Luis Abenza.

Aventurero, valiente, irrepetible,  donde esté  estoy seguro que seguirá navegando. Hasta siempre John….

Ha sido un placer navegar contigo.

Juan Belliure

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